martes, 30 de agosto de 2011

La mejor forma de desilusionarte es no preguntarle..


pero...necesito hacerlo.

Cuando recuerdas que no vas a ninguna parte, hay, aceleras.

Me da vértigo el punto muerto y la marcha atrás, vivir en los atascos, los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas la doble dirección de las palabras y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me da pena la vida, los cambios de sentido,las señales de stop y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas, las frases que están hechas, los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los dioses bajados del Olimpo a conquistar la Tierra y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes me venden kleanex en los pasos de cebra, los que enferman de cáncer y los que sólo son simples marionetas.
Me aplasta la hermosura de los cuerpos perfectos, las sirenas que ululan en las noches de fiesta, los códigos de barras, el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y las faltas de estilo, el paso obligatorio, las tardes de domingo y hasta la línea recta.
Me enervan los que no tienen dudas y aquellos que se aferran a sus ideales sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto tráfico y tanto sinsentido, frente al mar mientras que el mundo gira.