jueves, 7 de julio de 2011

Matarnos, de cualquier manera es válida.

Primero te digo que te odio, pues te miento. Después te digo que te quiero, y te vuelvo a mentir. Lo que existe entre tú y yo no tiene nombre, ni sentido, claro. Vivimos en una lucha continua entre lo que piensas y lo que siento y entre lo que pienso y lo que tú sientes. Nos mareamos el corazón y el cerebro mutuamente, nunca estamos de acuerdo, ni queremos entendernos. Porque ¿qué sentido tiene querernos, si no podemos estar juntos? U odiarnos si al fin y al cabo acabamos llenos de besos y abrazos. Tantos cariños como insultos y chispas que salen de ambas cabezas, de mirarnos a los ojos con odio, a mirarnos amándonos, y acto seguido a bebernos a morro. Primero te digo que te odio, que odio tu forma de quererme, y después que te quiero, que quiero odiarte. Y es que vivimos en una guerra que nos hace no soportarnos, gritarnos y decirnos todo lo que nos molesta al uno del otro, y después nos soportamos hasta el amanecer sin abrir la boca y diciéndonos todo. Lloramos, y reímos, lloramos del daño que nos hacemos y reímos de cada locura que pasó antaño. ¿Acabará algún día nuestra lucha? ¿Pondremos fin a nuestro orgullo?
Yo ya no sé que hacer contigo, no sé si quererte en silencio, si odiarte y gritártelo, si hacerte daño para después arrepentirme o que me hagas sufrir para después callármelo delante de ti. ¿Qué vamos a hacer los dos?

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